Organismos de Derechos Humanos recordaron a los militantes asesinadxs hace 46 años en el paraje Palomitas.
En la mañana de ayer, la Mesa de Derechos Humanos de Salta recordó a lxs 11 militantes polítcxs asesinados por la Dictadura el 6 de julio de 1976. Aquella mañana, Celia Raquel Leonard de Ávila, Evangelina Botta de Nicolay, Georgina Droz, Amaru Luque de Usinger y María del Carmen Alonso de Fernández, Benjamín Leonardo Ávila, Pablo Outes, Rodolfo Oglietti, Alberto Savransky, José Povolo y Rodolfo Usinger fueron sacados del Penal de Villas las Rosas, trasladados hacia el paraje mencionado y asesinados a sangre fría. En el operativo participaron de manera conjunta militares, policías y personal del servicio penitenciario.
El acto se realizó en el Portal de la Memoria, ubicado en el Parque San Martín de la capital salteña, y contó con la participación de organizaciones sindicales, sociales y políticas.
Un grupo de familiares de lxs 11 militantes dio lectura a cartas y reflexiones que recuperaron a lo largo de los años.
Posteriormente, representantes de los organismos integrantes de la Mesa leyeron un documento unificado en el que recordaron a las «cinco compañeras y seis compañeros» asesinadxs, destacaron su compromiso militante por una sociedad «más justa e igualitaria para todos», y enfatizaron la vigencia de su lucha. «Ante la insensibilidad de nuestros gobernantes solo podemos redoblar nuestro compromiso y militancia. Organizar los reclamos. Ser contundentes con nuestras denuncias», señalaron en un tramo del documento.
El texto fue particularmente crítico de las desigualdades en la provincia, donde existen «dos Salta», «una que goza de los beneficios del poder y otra para los excluidos del sistema».
La Mesa de Derechos Humanos está conformada por Familaires de Detenidos-Desaparecidos por Razones Políticas y Gremiales, la Asociación de DDHH «Coca Gallardo», la Asociación «Lucrecia Barquet» e H.I.J.O.S. Salta.
Transcribimos a continuación el documento completo:
DOCUMENTO A 46 AÑOS DE LA MASACRE DE PALOMITAS
En los años 60 y 70 compañeros militantes políticos del campo popular en toda américa latina lucharon por transformar la realidad. Aunque de distintas pertenencias partidarias, todos tenían un proyecto común: Una sociedad más justa e igualitaria para todos. Pero el poder establecido no lo iba a permitir, no resignarían sus privilegios. Y orquestaron un plan de exterminio al opositor político. Comenzaron con los mejores, con los más comprometidos, con los que podían organizar y sostener la resistencia. En Salta, primero secuestraron y desaparecieron al ex gobernador Miguel Ragone. Luego fueron por los integrantes de partidos políticos revolucionarios, sindicalistas, obreros y estudiantes. Para 1975, la cárcel de Villa Las Rosas estaba repleta de nuestros mejores hombres y mujeres. A ellos los movilizaba el amor por un mundo mejor, una patria liberada de quienes solo buscan su propio beneficio sin medir el sufrimiento y la miseria que para lograrlo provocan.
En ese contexto el 6 de julio de 1976 se produjo en Salta, la Masacre de Palomitas, cinco compañeras y seis compañeros fueron retiradas del penal de Villa Las Rosas: Celia Raquel Leonard de Ávila dejó a su beba de cuatro meses en los brazos de una compañera y junto a Evangelina Botta de Nicolay, Georgina Droz, Amaru Luque de Usinger y María del Carmen Alonso de Fernández fueron conducidas por los pasillos del penal a oscuras, hasta un camión de transporte militar, donde se reunieron con Benjamín Leonardo Ávila, Pablo Outes, Rodolfo Oglietti, Alberto Savransky, José Povolo y Rodolfo Usinger que también habían sido sacados de sus celdas. Sin mediar explicación los llevaron al paraje Palomitas a 60 km de la ciudad de Salta y allí fueron asesinados a sangre fría. Fue una operación conjunta donde participaron militares, policías y guardia cárceles.
Cuando se recuperó el estado de derecho en el país e inaugurado un nuevo periodo democrático en 1983, los familiares de las víctimas y sus compañeros y compañeras sobrevivientes del terrorismo de estado, se presentaron ante la justicia federal pidiendo se investigase la masacre y se castigase a los responsables. En medio del proceso judicial las leyes de la impunidad “el punto final, la obediencia debida y los indultos” frenaron los juicios a los genocidas. Hasta que en 2003 estas fueron derogadas por el Congreso de la Nación. Entre 2010 y 2011 fueron condenados por ser hallados culpables de la masacre de los 11 compañeros y compañeras, los militares Carlos Alberto Mulhall, Miguel Gentil, Hugo Cesar Espeche, Luciano Benjamín Menendez y los policías Joaquín Guil y Juan Carlos Alzugaray. El ex juez Ricardo Lona, que murió el pasado 25 de junio, se fue con una condena en primera instancia, la misma, estaba siendo apelada por sus defensores ante la Corte Suprema. A quienes despidieron con honores al ex juez federal Ricardo Lona, los familiares de sus víctimas y organismos de DDHH les decimos que no miren para otro lado como hicieron durante los secuestros, asesinatos y torturas, les decimos que no podrán borrar lo que la justicia ha escrito, porque lo que se develo en los juicios de lesa humanidad quedara como legado para toda la humanidad. ¡Nunca más terrorismo de estado! ¡Nunca más impunidad para los genocidas!
Más allá de las prisiones domiciliarias y de la impunidad biológica producida por la muerte de los genocidas y la lentitud de la justicia, las condenas obtenidas para los asesinos de nuestros compañeros y compañeras masacrados en Palomitas son triunfos obtenidos por las organizaciones sociales, familiares e hijos de las víctimas. Pero ahora vamos por más, queremos que se enseñe nuestra historia reciente en las escuelas, que se discuta en las aulas el porqué de los secuestros, masacres y desapariciones y que se enseñe el recorrido de las luchas de los organismos de derechos humanos, de las madres, las abuelas, los familiares y los H.I.J.O.S. Que nuestros jóvenes sean los herederos del Nunca Más y que comprendan que la única lucha que se pierde es la que se abandona. Queremos que en nuestro país y en Salta no quede impune la negación del terrorismo de estado, verdades que gritan los testimonios de los sobrevivientes, las tumbas clandestinas y los ex centros clandestinos de detención. Y así como no nos callamos con lo que pasó hace 46 años tampoco nos callamos frente a las muertes y victimas del gatillo fácil, de los apremios ilegales de las condiciones de hacinamiento de los detenidos, ni de la falta de oportunidades para nuestros jóvenes.
A 46 años, queremos recordar a nuestros compañeros y compañeras masacradas en Palomitas evocando la coherencia que guió sus militancias. Ellos practicaron la solidaridad aun cuando fueron privados del bien más preciado, la libertad. Lejos de sucumbir ante la crueldad de sus verdugos, resistieron con dignidad, sin doblegar su voluntad. Jamás perdieron las esperanzas de continuar con la lucha, de lograr alcanzar la meta tan ansiada, la igualdad para todos los ciudadanos argentinos y de la patria grande latinoamericana. Todo esto nos debe hacer reflexionar.
¿Qué estamos haciendo con nuestro compromiso social y nuestra militancia? ¡Acaso todo lo vivido no fue suficiente enseñanza! ¡Compañeros ni un paso atrás! no podemos retroceder ni detenernos. Ante la insensibilidad de nuestros gobernantes solo podemos redoblar nuestro compromiso y militancia. Organizar los reclamos. Ser contundentes con nuestras denuncias. Nuestros pueblos originarios no pueden seguir postergados más tiempo, allí donde mueren niños y niñas desnutridos, sin acceso al sistema de salud y a redes de agua potable, otros, empresas multinacionales, cada día se enriquecen más y más. Hemos llegado al extremo de judicializar el derecho a la vida, un tribunal de justicia debió obligar, tras un amparo, al gobierno provincial de Gustavo Sáenz, a crear una red de apoyo sanitario, intercultural e interdisciplinario para la niñez de los departamentos de Rivadavia, Orán y San Martin, declarados en emergencia socio sanitaria desde enero de 2020. Sin que las condiciones en el norte de la provincia cambien.
Hoy estamos frente a dos realidades, dos Saltas, una que goza de los beneficios del poder y otra para los excluidos del sistema, desocupados que, frente a la necesidad de conseguir unos pesos, inventan salidas laborales precarias, por las que luego son perseguidos con todo el rigor de la ley. Leyes que alcanza solo a los pobres, los desposeídos, mientras no cesan de crecer los casos de corrupción ¡que no son investigados por la justicia salteña! Hoy y desde hace un tiempo atrás, en nuestra provincia se está violando de forma sistemática el derecho a estar informado y a informar. El último caso que se conoció, fue el del periodista de Salvador Mazza, quien fue expuesto por el interventor de ese municipio, a pesar de que el derecho de confidencialidad de la fuente lo ampara, y quedo presa de mafias que amenazan su integridad, su vida y la de su familia. Esperamos que actué la justicia y se reguarde la vida del trabajador de prensa.
Los compañeros masacrados en Palomitas nos interpelan, hoy nos comprometen con el aquí y el ahora.
Compañeros y Compañeras de Palomitas
¡PRESENTES!!!!AHORA Y SIEMPRE!!
POR LOS 30 MIL COMPAÑEROS DETENIDOS DESAPARECIDOS
¡PRESENTES!!!! ¡AHORA Y SIEMPRE!!!
Marcha por la tarde
Por la tarde, otras organizaciones llevaron adelante una marcha «contra la impunidad, el saqueo, el hambre, el genocidio y la represión de ayer y hoy».
Esa actividad fue convocada por la Red de Derechos Humanos y contó con la asistencia de diversas organizaciones sociales.